LICENCIA COMMONS

domingo, 31 de julio de 2016

EL METRO DE MOSCU, MISTERIO


Este misterio me apasiona, de verdad, es algo maravilloso saber que uno de los metros mas bellos del mundo oculta su lado bello y el lado oscuro, sucesos inexplicables, personas que desaparecen, suicidios incontrolados y otras cosas extrañas, lo hacen grato para los oscuros como yo.

Para los exploradores de túneles subterráneos representan un especial interés las famosas estaciones fantasma, que son cuatro: una de ellas es Sovétskaya, en la línea verde, que en un proyecto inicial estaría entre las estaciones de Teatrálnaya y Mayakóvskaya.
Según diferentes fuentes, se utilizaron elementos del proyecto inicial para construir (y puede que aún se encuentre) un búnker gubernamental. Seguramente sea una leyenda más, pero la estación se encuentra cerrada. 
Las estaciones de Pervomáiskaya y Kalúzhkaya funcionaron temporalmente hasta que las trasladaron, por lo que las originarias quedaron cerradas. Lo que queda de ellas ahora son restos de su existencia.
Hay muchas leyendas sobre la estación fantasma de Bolokolámskaya. La estación estaba prevista para los residentes de un complejo de viviendas masivo que se erigiría en lugar del aeródromo de Túshinskoye, pero no se llegó a construir por la desmesurada inversión que suponían las obras.
La estación carece de salidas al exterior y el revestimiento exterior apenas lo componen algunas bombillas que iluminan el andén vacío y dos filas de columnas de apoyo. 
Según otra versión durante los trabajos de construcción, los trabajadores y transeúntes tropezaban continuamente con fenómenos paranormales. Así fue como el aeródromo de Túshinskoye se consideró  por la voz popular un lugar maldito.

La fuerza del subsuelo
Extrañas voces y sonidos, místicos fuegos y enigmáticas apariciones molestaban tan a menudo a los constructores del metro que estos se negaron a trabajar. Y al cabo de un cierto tiempo, la construcción se detuvo por completo.
 Los investigadores de la vida subterránea aseguran que en las capas profundas de la tierra se concentra continuamente la energía negativa, la irritación, el odio, los miedos, las fantasías de cada uno.
Asimismo afirman que no solo las personas proyectan sus cargas negativas en el subsuelo, sino que a su vez, el subsuelo influye en las personas. Muchos pasajeros sienten a menudo una incomprensible incomodidad.
Especialistas en bioenergética afirman que hay personas que pueden sentir una inquietud incomprensible con más facilidad en el metro debido a un nivel de intuición más desarrollado.
No olvidemos que el metro se construyó sin poner atención a lo que había anteriormente en aquellos lugares, entre otras cosas, cementerios.
Existe un extraño interrogante de por qué el metro de Moscú  llama al suicidio. No solo personas desequilibradas lo eligen como medio para acabar con su vida, sino también personas en perfecto estado de salud mental.
Se dice que una cierta fuerza desconocida provoca en ellas el deseo de acabar con todos los problemas y desaparecer. En las estaciones de Krásnie Vorota y Púshkinskaya es donde más a menudo se lanzan a las vías los suicidas. Pareciera como si la longitud del interminable túnel atrajera de una forma misteriosa hacia él.

La casa del tejado rojo
El 14 de mayo de 1954 la gran línea circular del metro de Moscú  se convirtió en una línea cerrada continua. Desde entonces, existe la leyenda de que una vez al mes dicha línea la controla un misterioso maquinista vestido con el antiguo uniforme.
Dicen que el propio tren y su maquinista despiertan un inefable miedo y hay rumores de que subir al tren fantasma, de todas formas, es posible, pero luego nadie vuelve a ver a los que subieron.
Durante la construcción de la estación Borovítskaya en 1986, en el centro de Moscú, las condiciones de trabajo fueron complicadas y los plazos de conclusión de las obras apremiaban, cuando de repente apareció un inesperado hallazgo.
A una profundidad de unos cinco o seis metros se encontró una casita con el tejado rojo, de grueso ladrillo y cuyas ventanas y paredes permanecían intactas. Las obras inmediatamente se pararon y acudió  al lugar toda una comisión de científicos, constructores, arquitectos, etc.
Había que decidir inmediatamente cómo actuar ante tan inusitado hallazgo. Los arqueólogos aclararon que el misterioso edificio seguramente fue víctima de un cataclismo natural y que al parecer a mediados del siglo XIX, los cimientos de la casa se asentaron y abismaron el edificio hacia las profundidades.
Pero lo más extraño es que la casa permanecía casi en un intachable estado. Y dentro del edificio se encontraron muebles y utensilios caseros en perfectas condiciones. Precisamente estas circunstancias dieron lugar a la leyenda de que aquí habitaban fuerzas malignas.
Las personas que trabajaron cerca del extraño hallazgo del subsuelo, comenzaron a experimentar malestar, dolores de cabeza y mareos. Se tuvo que desmontar la casa y sus pedazos se sacaron de la ciudad.
No se acaban aquí las historias raras, pues a menudo durante la construcción del metro los obreros se tropezaban con restos humanos, justo donde precisamente ocurren fenómenos paranormales.
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Una pi
edra enigmática
Quizá uno de los hallazgos más interesantes del subsuelo del metro es la famosa 'piedra enigmática'. En enero de 1985, una brigada de veteranos de la construcción del metro de Moscú trabajaba en la línea Serpujovskaya-Timiriázhevskaya.
Se encontraban a 25 metros de profundidad, cuando de repente uno de ellos se topó con un objeto extraño de forma redondeada. Era una piedra inusual por su composición y aspecto, con la extraña propiedad de que al tomarla en las manos parecía como si quisiera atraer su peso hacia el suelo de nuevo.
Intentaron moverla del sitio pero no hubo manera. Entonces decidieron partirla en trozos. Pero de nuevo, el intento resultó imposible, cualquiera que fuese el instrumento que emplearan.
De estructura singular y con una superficie porosa, era imposible de levantar, parecía como poseída por una fuerza especial de gravedad.
Se consideró que podía ser un meteorito que había caído en la tierra en tiempos prehistóricos; otros pensaron que era una bala de cañón del siglo XVIII. Pero investigadores de fenómenos paranormales subterráneos afirmaron que el misterioso objeto, en efecto, era una piedra mágica del tiempo del paganismo y que poseía ciertos poderes.
La respuesta definitiva no se encontró. La singular esfera, inesperadamente desapareció. Cómo y de qué manera, no se sabe.
Otro curioso hallazgo bajo tierra fue la extraña arcilla azul que se encontró a una profundidad de 60 metros. Parece ser que esta arcilla tenía propiedades curativas y empezó a ser utilizada entre los trabajadores del metro gozando de gran popularidad y estos a su vez se la proporcionaron a sus familiares y amigos.
La utilizaban para rejuvenecimiento de la piel, enfermedades óseas y vasculares. Hasta cuentan que tenía efectos milagrosos contra el cáncer.
A causa de esta gran caja de sorpresas que representa el subsuelo, a menudo los exploradores de túneles llaman al resto de la población las 'gentes del mundo superficial' y sonríen cuando de sus historias dicen que son  leyendas.
Afirman haber visto bajo tierra en repetidas veces sorprendentes apariciones y sustancias misteriosas parecidas a fantasmas que en el subsuelo de Moscú no son una rareza.
Fuegos misteriosos o niebla que adquiere formas fantasmagóricas son algo frecuente. Hasta el más escéptico de ellos reconoce que estas apariciones surgen bastante a menudo. En una ocasión vieron como del túnel surgía una figura que se movía lentamente hacia ellos, cuando de repente desapareció a través de la pared. Sobre lo ocurrido ni pudieron encontrar explicación ni se lo contaron a nadie.

Los perros de la suerte 
Otra peculiaridad de este metropolitano es que en él viven una media de 500 perros. Aquí se calientan en invierno, se orientan estupendamente en el esquema de líneas y transbordos, a algunos se los puede ver en los andenes, otros van en los vagones y si el perro va dormido en los asientos, nadie lo despierta.
Pero en la estación de Ploschad Revoliutsi se encuentra el perro más querido del metro de Moscú, de hecho no es uno, sino cuatro. No saben ladrar, ni mover el rabo, pero los estudiantes de Moscú  los consideran su mejor talismán. Antes de los exámenes vienen a esta estación a acariciar el lomo de estos perros-talismanes de bronce.
Y por extensión, no solo los estudiantes sino cualquiera que pase por esta estación se acercará a acariciar el lomo de uno de estos canes de la fortuna.




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