No recuerdo como le conocí,
pero él me salvo la vida.
Yo tenía 5 años, cuando mis
padres decidieron venderme para pagar sus deudas de juego y drogas.
Vengo de un lugar donde se
pasa hambre, como todos los lugares.
El viaje fue un calvario,
cuando nos trasladaron a Madrid.
Recuerdo que la puja tuvo
lugar en un descampado, frente a un cementerio, estoy hablando de 1990.
Recuerdo que había unos
hombres, que pujaban desde unos coches, y nosotros subidos en unas cajas sema
desnudos apenas contábamos con 12 años el mayor del grupo, un muchacho flaco
que provenía de Rumania.
Teníamos hambre y frio, nos
alimentaban con unas pastillas y patatas fritas, como llegue a odiar aquello.
Aquella pesadilla fue
cambiada por otra, una cruel y fría, los más pequeños fuimos vendidos a un tipo
que nos llevó a una mansión, un lugar a las afueras.
Luego nos dieron de comer,
comida de verdad y nos dejaron dormir en el suelo.
No entramos más allá de la
cocina, yo echaba mucho de menos a mi abuela.
Pero nadie vino, nadie apareció.
Nos trasladaron a un sótano
en la misma mansión.
Algunos de los más pequeños salían
y no volvían a aparecer.
Yo lloraba muchas noches,
pensando cuando me tocaría me vendieron a un tipo, un tipo que me dijo, me
adapte y sobreviví hasta los 15 años.
Mi vida no era tan mala, mi
nuevo dueño era un magnate ruso al que le gustaba que yo hiciera de muñeca.
Creía que podría comprar mi
libertad pero no funciona así puesto que siempre tienes algo que pagar.
Intentaron matarme y digo
intentaron porque si no hubiera aparecido aquel ser yo hubiera muerto.
Junto a mí en aquel agujero había
más como yo y aquel ser nos salvó, a unos les llevo al hospital pero a mí, me
dio la vida.
Me llevo con él, me llevo al
lugar donde me vendieron, me enseñó a sobrevivir, tratando de ser como él.
Pero los de su grupo le
acusaron de traidor, le dijeron que meterse en cuestiones humanas era
condenarles a ser visibles.
Y se le llevaron, yo escape
y me escondí hasta que aquella mujer vino a verme, me hablo de liberar a mi
libertador.
Y ahora me dirigía a
buscarle, para darle alimento.
Cruel, por supuesto que lo
soy pero es más fácil comprar sangre que matar humanos sin levantar sospechas.
Así, que espero que nadie me
pare mientras llego a ese hotel, donde se hospeda aquel a quien llamo mi
salvador.
Yo sé lo que les gusta a los
humanos, pero también se lo que me gusta a mí.
No estás solo, mi querido Nosferatum
no estás solo.